Con la Biblia y la Parabellum by Pedro Ontoso

Con la Biblia y la Parabellum by Pedro Ontoso

autor:Pedro Ontoso [Ontoso, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-12-31T16:00:00+00:00


LOS CASCOS AZULES DE DIOS

Aquello convirtió a los miembros de la comunidad en mediadores «profesionales». En una «marca». Dejaron su sello en numerosas zonas del globo afectadas por conflictos, como Sudán, Argelia, Guatemala, Albania, Serbia, Kosovo, Togo, Darfur, Uganda, Burundi, Nepal, Colombia y Cuba, entre una larga lista de países. En Europa, Asia, África y Extremo Oriente. Entre los recios muros de su cuartel general en el Trastévere romano se han mantenido muchas horas de negociación paciente para el logro de acuerdos de países en conflicto. Reuniones secretas en sótanos excavados entre paredes gruesas de piedra que impermeabilizaban las conversaciones. Con capillas para la meditación y refectorios para reponer fuerzas. Con un cortile, un patio, rodeado de plátanos para enfriar los momentos calientes y de tensión. Su labor ha sido un ir y venir de gente de todos los colores y nacionalidades. El periodista italiano Igor Man acuñó el término ONU del Trastévere en referencia a esta comunidad porque por allí pasaban políticos, mandatarios, guerrilleros, obispos y cardenales en busca de pactos. También se ha llamado a sus integrantes «cascos azules de Dios» por su papel animando, apoyando o aconsejando en escenarios de conflictos. Consideran que los cristianos, así como todos los hombres y mujeres de buena voluntad, tienen una fuerza de paz. Su gran baza es lograr la confianza de las partes afectadas por el conflicto desplegando una enorme espiritualidad. Y su fuerza es su independencia, su neutralidad, a la hora de lograr la interlocución con todas las partes en el conflicto. «Es necesario escuchar a todos, entender sus motivos y dar cauce político a todas las ideas», predican. Con sus métodos dieron forma a una diplomacia paralela a la del Vaticano. Actúan donde la Santa Sede no conviene que esté. A veces, a su aire, y en otras ocasiones, en contacto secreto con la Secretaría de Estado. Son una diplomacia en la sombra.

El trabajo, la paciencia, la discreción y el sigilo siempre ha sido el sello de los ambasciatori del Vaticano, que se han apoyado en la vasta red de relaciones internacionales tejidas a lo largo de veinte siglos. Los Egidios han heredado ese estilo y protagonizan una mediación discreta, directa y sin ruido. Pero a veces saltan chispas y su trabajo resulta una complicación para la diplomacia oficial vaticana, que ha visto en su labor un obstáculo más que una ayuda. También por exceso ocasional de protagonismo o porque han puenteado a las Iglesias locales al actuar como freelances de la diplomacia. «Los amigos de San Egidio son los que nos están matando», acusó un obispo durante las negociaciones en Argelia. En 2015, Claudio Maria Celli visitó Bilbao en su calidad de presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. El arzobispo era un catedrático en Diplomacia Eclesiástica y en los años noventa había sido secretario de Estado para las Relaciones con los Estados. Monseñor Celli fue preguntado por el trabajo de San Egidio en ese campo y admitió algunos roces. Dijo que había recibido quejas por «ciertas actitudes» y que a veces no se había sentido «a gusto con ciertas cosas».



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